Aquietar el cuerpo, llevar la atención a la respiración, observar cómo se encuentran las distintas zonas de nuestro cuerpo, esperar la aparición del próximo pensamiento… Son los primeros pasos para relajarnos, aquietar la mente y prepararla para la práctica de una observación adecuada.
Utiliza esta meditación para empezar a practicar la observación, repítela con frecuencia especialmente si no tienes hábito de meditar.