Las emociones, como bien sabemos, tienen que ver con la interpretación que hacemos de las cosas que vivimos, y con los códigos ocultos que nos llevan a esas interpretaciones ¿Cuáles son las ideas que hemos aceptado sobre la Navidad?
¿Me gustan las Navidades? ¿Me despiertan rechazo? ¿Por qué? ¿Desde cuándo? ¿Me estresan las compras, las cenas, los encuentros? ¿Me divierte comprar regalos e intentar sorprender a las personas que quiero? ¿Me encanta tener una excusa para reunirme con amistades y familiares? ¿Cómo me relaciono con mi familia en estas fechas? ¿Cuánto de libre me siento para participar o no en lo que marca la tradición? ¿Siento que si quisiera hacerlo podría abstenerme de la cena de Nochebuena o de las uvas sin provocar un conflicto familiar? ¿Cómo pienso que debe ser el día de Reyes? ¿Por qué?
Estas fiestas cuentan con una fuerte carga emocional transmitida culturalmente , carga que es anterior y más profunda que el aprovechamiento que de la misma hace la sociedad de consumo. Los valores que fomenta tienen tanta fuerza que han llegado a posibilitar treguas en conflictos bélicos. La Paz, la Armonía, la Familia, el Amor y la Solidaridad parecen ser sus credenciales imprescindibles. Los cuentos, el cine y las felicitaciones nos hablan de momentos enternecedores, nos invitan a ablandar el corazón... Pero si mi situación de vida no responde a ese ideal; quizá me sienta solo, enferma, triste, angustiada, estresado, es posible que las fechas coincidan con la efeméride de la muerte de una persona amada, o algún otro hecho doloroso... Estas circunstancias producen un fuerte contraste con el ideal hegemónico y parecen ser más tristes en estos días.
Otra circunstancia que parece ser importante a la hora de ver cómo nos relacionamos con la Navidad tiene que ver con la infancia; con las Navidades que tuvimos en nuestra infancia y con la presencia de la infancia en nuestras Navidades. Cuando tenemos pekes en casa solemos volcarnos en proporcionarles unos días entrañables, emocionantes, especiales, mágicos... y generalmente disfrutamos con ello. Si la Navidad fue algo entrañable, emocionante, especial y mágico en nuestra infancia quizá siga siendolo, pero si no fue así, o si en algún momento dejó de serlo, probablemente la disfrutemos poco e incluso nos despierte malestares que tiene que ver con un paraíso perdido.
Para nuestro proceso de Autorrealización lo que sin duda ofrece la Navidad es una magnifica oportunidad para aprender de todo lo que movilizan, por eso nos deseamos unas fiestas que nos hagan crecer, en las que, si mantenemos la atención despierta, podamos identificar y cuestionar las ideas que nos determinan, recibiendo así como regalo una casa más grande, o lo que es lo mismo, el ensanchamiento de nuestra libertad, y nuestra autenticidad.
Que nos llenemos de amor.